Capítulo 13 - Regalo

Después de una buena siesta, llega el día de la cosecha.

Además, al amanecer, Amy adquiere un estilo de vida: “Entusiasta del aire libre”, lo cual no es extraño: Pasa la mayor parte del tiempo “al aire libre”, incluso cuando está “en casa”.

El día de la cosecha da fin al otoño y con el fin del otoño la temperatura disminuye un poco más.

Amy se dispone a prender la fogata para entrar en calor, pero unos minutos más tarde:

Entró “demasiado” en calor…

Amy se encarga de apagar el fuego como puede y luego se va al Gym a darse una ducha.

Y cuando vuelve a casa, ya duchada, se encuentra con que dos personas han pasado a visitar:

El día anterior había quedado con Jace para pasarla juntos, así que no le sorprende verle ahí, pero a Joseph no se lo esperaba:

- Ey Joseph, que sorpresa tenerte por acá… - dice Amy.

- Si bueno, me habías comentado que vivías por acá así que, ya que es el día de la cosecha, decidí dar una vuelta y visitarte…

- Que divertido… - comenta Jace sarcásticamente por lo bajo.

Pero Amy le corta exclamando:

- ¡Pues eso es estupendo! Entonces creo que será mejor que pida algo para comer… los tres… ya que, como ves, no tengo mucho acá.

Amy toma su teléfono y marca a un restaurante para pedir un sabroso pollo asado. Nada mejor para un día de la cosecha.

Y 15 minutos más tarde, llega un señor con el pedido.

Amy sale corriendo a recogerlo en la NO puerta de su humilde “morada”.

- Le agradezco mucho, señor.

- Gracias a usted por usar nuestros servicios…

Amy se acerca a la nevera portátil. Ahora que lo piensa, no tienen ni dónde sentarse.

“Rayos”, piensa, “Pues ni modo…”

Y se sienta encima de la nevera a degustar un poco de la comida mientras los chicos se le acercan para tomar su propia porción.

Ambos toman un plato y comienzan a comer:

- Esto huele y sabe exquisito – comenta Joseph después de algunas probadas.

- Si… nunca había usado este sistema, pero de verdad tienen buena comida. Lástima que sea tan costosa, no puedo darme el lujo de pedirlo todos los días…. – Amy hace una pausa mirándolos a ambos - Por cierto, disculpen por no tener sillas para sentarnos, yo es que-

- No tienes que disculparte, ángel - Le corta Jace - para mí eso no ha sido un problema en todo este tiempo y no lo será ahora, y supongo que, para el… pelirrojo… tampoco lo es, ¿no es así, José?

- No, no – dice enseguida Joseph dirigiéndose a Amy - puedo comer de pie sin problema alguno, no te preocupes por mí…. - pausa - Y mi nombre es Joseph, no José – Le recalca a Jace.

Jace se encoge de hombros:

- José, Joseph, no veo la diferencia…

- Deja de ser un idiota, Jace – Le dice Amy enseguida.

Los tres terminan de comer en silencio, y al acabar Amy se levanta y se dirige a tirar los desperdicios. Aunque no tenga casa, tiene que mantener el espacio limpio…

Pero claro, en ese momento ha dejado a los otros dos solos.

- Normalmente diría que me dan gracia los intentos desesperados por un amor no correspondido, pero me estás jodiendo la tarde, por lo que me tomaré la libertad de decir lo que se me venga en gana – Le dice Jace al chico - ¿Por qué mierdas no tomas tu culo y te vas por dónde mismo viniste? ¿No te apetece conservar el poco orgullo que te pueda quedar?

- Oye relájala, he venido de chill por Amy. Soy su amigo, ¿Tú tienes amigos?, porque pareciera que te hacen falta unos cuantos… Además, si tú has tenido tu tiempo, yo puedo tener el mío ¿no? ¿O temes que te quite a la chica?

Jace alza una ceja:

- ¿Sabes qué? Ni siquiera voy a responder a eso, haz lo que te venga en gana.

Joseph le sonríe.

- Eso es lo que planeo hacer…

Y tal como ha dicho, Joseph se queda toda la tarde… Sobre todo, para colmar la paciencia de Jace, al parecer. Aunque su presencia no inmuta a Amy de ponerse coqueta con el rubio y darle unos cuantos besos.

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La tarde termina y los chicos continúan en el solar, por lo que Amy decide invitarlos a contar historias frente a la fogata. Más allá de sus paranoias, sus padres eran muy buenos contando historias, así que decide imitarles y contar una:

- Hace mucho tiempo existió una mujer a la que llamaban “la bruja carmesí” – comienza – una asesina serial que vagaba por las noches en busca de hombres.

- La mujer engatusaba a sus víctimas y les arrancaba las gargantas, dicen que por venganza… al parecer su primera pareja la había abandonado por otro en sus narices, a pesar de haberle jurado amor por la eternidad…

- Primero los asesinó a ambos, al hombre y a su nueva pareja… pero luego simplemente no pudo parar… y siguió asesinando una y otra vez. – Amy muy metida en su historia.

- Lo curioso era que la mujer no solo desgarraba sus gargantas, si no que cada una de sus víctimas terminaban sin siquiera una gota de sangre en sus sistemas…

- Todo apuntaba a una sola cosa: Vampiro, decían los más crédulos, y muchos fueron los que intentaron comprobar este hecho.

- Pero claro, nunca existieron pruebas factibles que lo demostraran… al fin de cuenta, los vampiros siempre han sido solo un mito ¿no es así? – concluye Amy con el cuento.

Jace la observa por unos segundos en silencio, esperando que la chica diga algo más, pero cuando Amy no pronuncia más palabras, se decide a hablar:

- ¿En serio ese es el final que le vas a dar?

Jace conoce muy bien esa historia, claro, aunque una versión mucho menos sosa: Camille Belcourt, la vampiresa loca. Hace un buen tiempo que no la veían. Al parecer se había metido en algunos problemas con los suyos y estaba desaparecida, aunque, seguramente, aún viva.

- Pues a mí me parece una buena historia – comenta Joseph – una historia de terror con un final de humor…

- Por supuesto que te gusta…. – dice Jace por lo bajo.

- Quisiera darme el crédito, pero es una historia de mi padre – Le responde Amy a Joseph, sin prestarle atención a las palabras del rubio.

“Así que sus padres, aún escondidos, contaban historias sobre el mundo oculto… historias pésimas, podría recalcar”, piensa Jace, “¿pero para qué contarle historias del mundo oculto si querían mantenerla fuera de él?”

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Luego de un rato más frente a la fogata, Joseph por fin decide que es tiempo de irse, así que después de unas despedidas por aquí y por allá, toma camino de vuelta a casa.

Y en el momento en que Joseph se va, Jace se acerca a Amy:

- ¿Me puedes explicar por qué no lo botaste antes?

- Jace, Joseph es mi amigo y quiso pasar el día. No lo puedo botar de aquí, así como así. Fue muy amable al pasarse por aquí.

Jace alza una ceja.

- Amigo el ratón del queso, Amy… Sí sabes que está interesado en ti, ¿no?

- Pero él sabe que estoy contigo, así que deja de darme la bola. Ya te he dicho que es mi amigo, y lo quieras o no, continuaré compartiendo con él.

- Seguro…. – dice Jace, para nada contento con la respuesta de Amy.

- Bueno, en fin… hablando de otras cosas… - continúa diciendo - así que… ¿tus padres creían en lo sobrenatural? – Pregunta como quién no quiere la cosa.

Ha intentado investigar sobre los padres de Amy por su cuenta, pero no ha conseguido nada. La mayoría de los registros están clasificados y los liberados no dicen más que lo que él ya sabe por conocimiento general. Así que decide indagar un poco más con la propia Amy.

Además, tal vez sería una buena manera para abrirse a ella sobre el mundo oculto.

- ¿Qué? – pregunta Amy.

- Lo digo por la historia que contaste hace rato… lo de la vampira…

- Ah, eso… jajaja es solo una historia Jace. Ya te dije que mis padres estaban tocados del coco.

- jajaja claro… - le contesta el chico, “maldición”, piensa, “no cree absolutamente nada…” - Decide dejarlo pasar - ya lo sé… solo… tenía curiosidad...

- En el campo siempre se inventan historias para justificar toda clase de cosas. Mis padres eran conocidos por contar cuentos extraños… pero todos los asociábamos con sus propias alucinaciones – continúa diciendo Amy.

- ¿Cuentos extraños, como cuáles?

- mmmm pues los de siempre, cosas de vampiros, fantasmas, hadas y demonios… les encantaban las historias trágicas y gore. Aunque siempre terminaban con un toque de humor… - Amy hace una pausa – Excepto cuando su paranoia les atacaba, claro está… en esos momentos se ponían un poco dramáticos…

- Bueno, a mí me parecen bastante aficionados a lo oculto… - Jace vuelve a intentar puyar el tema.

- Jajaja lo dudo. Solo eran unos granjeros locos. Pero, en fin – dice Amy tomándole una mano a Jace – Hoy me la he pasado muy bien, no quiero hablar de mis padres.

“y vuelve a zanjar el asunto”, piensa Jace.

- Yo también me la he pasado bien, aunque ya sabes lo que opino: Hubiese preferido que el pelirrojo no hubiese aparecido por aquí hoy. Así te habría tenido para mí solo todo el día…

- Ya… bueno, yo sé cómo poder recompensar ese tiempo perdido…

- ¿Ah sí? Por favor ilumíname…

Amy toma a Jace entre sus brazos y le da un beso apasionado, mientras los fuegos artificiales que dan fin al día de la cosecha explotan en el cielo [Juro que no lo hago a posta xD ellos solo aparecen xD].

Jace se separa.

- Parece que aquí en Valley les encantan los fuegos artificiales… ¿Quieres otra noche a la luz de las estrellas?

Amy se ríe.

- No esta vez…

Y lo arrastra hacia la tienda de campaña.

- En serio me mata que lo quieras hacer allí adentro… - le comenta Jace.

Y luego la sigue.

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Al día siguiente Amy se levanta un poco antes que Jace. Su horario ya se estaba acostumbrando a despertar temprano.

Pero un rato más tarde el chico despierta. Ayuda a Amy a montar unas nuevas jardineras y se excusa para irse, diciéndole que iría a su casa a cambiarse y volvía luego de un rato.

Amy aprovecha de hacer las cosas que siempre hace: buscar, recoger, plantar, cosechar, y cuando está en sus horas típicas de ensayo con el violín, Jace vuelve al lugar, trayendo un paquete consigo.

Amy deja de tocar y recibe al chico. Observa el paquete y dice:

- Ey, ¿Qué es eso que traes ahí?

- Bueno, espero que no te molestes, pero he traído algo para ti…

- De acuerdo… - dice Amy dudosa.

- Veras… ayer dijiste que te sentías apenada con nosotros por no tener dónde sentarnos, ¿cierto?

- Cierto…

- Así que… me he tomado la libertad y pues…

- Espera… ¿es lo que pienso que estás diciendo?

- Seguramente sí… yo… espero que te gusten… las he elegido de tu color favorito…

Jace se acerca al paquete [Imaginario XD] y saca e instala las nuevas adquisiciones para Amy.

Amy, [Que se ha cambiado de ropa sin darme cuenta], se acerca a Jace y le estampa un beso.

- Oh por Dios Jace. ¡Gracias! ¡están estupendas! No tengo palabras… tenía tiempo queriendo una silla…

- Y ahora tienes dos… -le responde Jace – de verdad espero que no te moleste. Sé que eres una cabeza dura y que no te gusta que te ayuden con nada, pero… quería regalarte algo y bueno-

- ¿Cómo crees que me voy a molestar?... te lo he dicho. Deseaba una de esas desde hace un tiempo… y ¡son de mi color favorito!, ¡Jamás las rechazaría!

- Pues me alegra oír eso, ángel.

Ambos continuaron un rato charlando en las nuevas adquisiciones, hasta que se hizo la hora para que Amy se fuese a trabajar y se despidieron. Jace también tenía cosas que hacer así que hoy no se podía quedar.

Y al volver de trabajar, entrada la noche, vino con grandes noticias: La han vuelto a ascender. Amy no cabe en sí del gozo.

¿Y cómo lo celebra?... Pues haciéndose unos perros en la fogata sentada en el piso, porque ¿para qué utilizar las sillas que Jace le ha regalado? [Ok no, la verdad, las he puesto lejos de la fogata para que no se quemen xD]

---------- Fin del capítulo 13 ----------